¿Con o sin batuta? Esa es la cuestión

Al ritmo regular de un caminante, andante, el báculo da forzosamente una nueva cadencia... En manos del director, marca además el ritmo y dibuja el espacio. En el siglo XVII, Lully lo utiliza así para indicar el tempo (¡tan vigorosamente que se lastimará su propio pie!, un accidente que le costará la vida...) antes de dar paso en 1820 a la batuta, instrumento ligero y sutil.

Pero la música no requiere siempre de una batuta para expresar su magia. Los músicos saben seguir el gesto o incluso los ojos de su director, incluso si están cerrados (Karajan). Para algunos basta con las manos (Stokowski, Boulez, Masur, Seiji Ozawa), incluso con un palillo (¡Gergiev!), o con el movimiento de sus ojos y un imperceptible asentimiento de la cabeza (Bernstein) para hacer nacer el sonido justo.