La zorrita astuta de Janáček
Nicholas Hytner, Charles Mackerras – Thomas Allen (el Guardaboques), Eva Jenis (la Zorrita) – Théâtre du Châtelet
Casting
Nicholas Hytner
Jean-Claude Gallotta — Coreógrafo
Jean Kalman — Iluminador
Bob Crowley — Diseñador de vestuario
Thomas Allen — The Forester
Eva Jenis — The Vixen
Hana Minutillo — The Fox
Libuše Márová — The Forester's Wife / The Owl
Ivan Kusnjer — The Poacher
Richard Novák — The Parson / the Badger
Josef Hajna — The Schoolmaster / The Mosquito
Jean-Philippe Marlière — The Innkeeper / the Dog
Sarah Connolly — The innkeeper's Wife / the Cock / the Jay
Florence Bonnafous — The Hen
Françoise Martinaud — The Woodpecker
Sobre el programa...
El encanto de un cuento infantil, con una puesta en escena cargada de poesía y sencillez firmada por Nicholas Hytner.
Un guardabosques descansa en el bosque. Al despertarse por el juego de una rana y una zorrita, captura a esta última y la convierte en su mascota. Pero la zorrita se siente desdichada. Recluida, en compañía de animales serviles, decide liberarse y volver a su hábitat natural y salvaje. Un magnífico zorro aparece bajo el claro de luna. Presentación, seducción, matrimonio; helos aquí instalados, con una camada de zorrillos. Entonces, llega al bosque un cazador furtivo, tiende trampas y dispara contra la joven familia. La zorrita es abatida. El cazador furtivo recupera su botín y regala la piel a su novia Terynka. El guardabosques, doblemente abrumado por la pérdida de la zorrita y de la joven Terynka a la que amaba, se consuela viendo correr a los cachorros de la zorrita, contemplando el ciclo eterno de la vida.
Inspirada por una tira cómica de Stanislav Lolek, La zorrita astuta es una obra llena de encanto. La sencillez del cuento infantil, la espontaneidad melódica de las canciones tradicionales de Moravia que Leos Janacek utiliza en su partitura cautivan al espectador y lo transportan a un mundo ingenuo y cándido. Sin embargo, bajo esta aparente sencillez, la emoción se transmite. Una emoción a veces ingenua y juguetona, a veces trágica y grave, pero una emoción que confía en la eterna renovación de la vida.