Zoroastro, Zarathustra, Sarastro... ¿Qué tienen en común una ópera francesa preiluminista, la legendaria secuencia inicial de 2001: A Space Odyssey de Kubrick y la masonería en la Viena de Mozart?
Rompiendo uno de los cánones más rígidos de la ópera barroca hasta entonces, Jean-Philippe Rameau escribe en 1749 una «tragedia en música» a partir ya no de un mito greco-romano, sino acudiendo a la figura del profeta persa Zoroastro. Nietzsche recurrirá a él en Así habló Zaratustra, texto que a su vez inspirará a Richard Strauss para su poema sinfónico homónimo, utilizado por Stanley Kubrick en su obra maestra para la pantalla grande.