Ópera

Judith, Magdalena y Cecilia: Tres «histoires sacrées» de Charpentier

Vincent Huguet (puesta en escena), Sébastien Daucé (director) — Ensemble Correspondances

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Casting

Vincent Huguet — Director de escena

Aurélie Maestre — Escenógrafa

Clémence Pernoud — Iluminadora

Bertrand Couderc — Asistente de luces

Christophe Robert — Regidor de espectáculo

Caroline Weynants — Judith

Violaine Le Chenadec — Sirvienta de Judith

Davy Cornillot — Ozias/Narrador

Coro de los israelitas:

Judith Fa

Lucile Richardot

Davy Cornillot

Coro de los asirios:

René Ramos Premier

Caroline Arnaud

Stephen Collardelle

Etienne Bazola

Sobre el programa...

¿No encarna Judith cuando decapita a Holofernes para salvar a su pueblo de la invasión de un ejército extranjero una poderosa fuerza liberadora que, quizá, puede proyectarse hoy en la cara más valiente del feminismo moderno?

¿No es la representación musical, casi voluptuosa, del dolor de María Magdalena antes la muerte de Cristo —y su transición al alivio en la aceptación de la finitud de la vida— un reflejo de la naturaleza humana y la eterna dicotomía con la que pensamos en la muerte, una alquimia entre lo trágico y lo divino?

La devoción de Santa Cecilia a su fe y su voluntad de convertir a otros a la fe verdadera a través del martirio, ¿no es también un ejemplo perenne del valor que se requiere para ser congruente con uno mismo, que además retrata la noble vocación de cambiar a los demás y, por ende, al mundo, cuando se tiene un ideal?

El director de escena Vincent Huguet parte de estas ideas para poner en escena tres «historias sacras» escritas por Marc-Antoine Charpentier hace más de 300 años. El uso discreto y económico de un pequeño ensamble instrumental acompañando solos vocales en latín ideado por el compositor sorprende por la intensidad de una partitura en la que, más que un acento violento o un fortissimo inesperado, un acorde ligeramente disonante, la suavidad un violín en unísono con una flauta, un silencio brevísimo —¡por ello, intensamente dramático!— siguen suscitando una poderosa conexión con el oyente, incluso (¿particularmente?) en un momento tan complejo como lo es este inicio del siglo XXI.

Estas tres historias son en realidad tres motetes destinados a la introspección religiosa; y escenificarlos constituye una valiente y arriesgada propuesta que —ya solo por la expresividad de la música— no necesita mayor justificación. El resultado es sin duda alguna en un espectáculo conmovedor, intensamente humano y sobradamente logrado. En cuanto a lo musical, Leighton Jones describe la interpretación de Sébastien Daucé al frente del Ensemble Correspondances como «de un sofisticado nivel de detalle, autenticidad y autoridad» (The Classical Review).

© Fotografía: Philippe Delva

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