La prohibición de amar de Wagner

Desde 1997, el Teatro Real, cuya construcción fuera comisionada por la reina Isabel II en 1850, recobra su lugar como el recinto de excelencia que fuera concebido en el siglo XIX. Bajo la batuta de Ivor Bolton, la Orquesta Sinfónica y el Coro de Madrid, ensambles titulares del teatro, abordan Das Liebesverbot, joya wagneriana en dos actos en una puesta en escena de Kasper Holten.

«Gustar de la música es algo bueno, ya que esta tiene frecuentemente el don mágico de transformar el mal en bien y de incitar el bien en el mal», respondería el duque a Marianne en la célebre pieza escénica de Shakespeare Medida por medida. Ella teme que el duque la juzgue «demasiado interesada en la música». Es justamente esta pieza la que adaptaría un Richard Wagner de 21 años en un estilo que combina elementos de Donizetti, del Singspiel e incluso de un tema que será retomado por el compositor en el final de Tannhäuser. Fruto de una empresa inquieta y versátil, vemos ya el genio de sus próximas grandes óperas.