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Jonas Kaufmann enamora al Met de Nueva York con el “Parsifal” de Richard Wagner

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Parsifal de Richard Wagner ha triunfado recientemente en el Met de Nueva York. El carisma del principal intérprete, el tenor alemán Jonas Kaufmann, ha sido fundamental para alcanzar este éxito.

La última ópera de Wagner gira en torno a la saga del Santo Grial. Cuenta una compleja historia donde elementos filosóficos, éticos y religiosos están entrelazados con ingenio. Un drama místico sobre Parsifal, "el héroe inocente de corazón puro" que al final de su viaje salvará a los caballeros del Santo Grial. Para Jonas Kaufmann ha supuesto una vivencia extraordinaria. “Si empiezas a bucear en todas las capas de esta fantástica pieza, te apasionas, es algo increíble y único, como un viaje trascendental, una experiencia muy misteriosa.”

En los últimos dos recitales, estaba al frente el director israelí Asher Fisch. Interpretar a Wagner, nos dijo, es como hacer yoga, el autocontrol lo es todo. “En Parsifal hay que aceptar que el ritmo interno de la pieza viene de la completa tranquilidad. Es como intentar disminuir el pulso y la presión sanguínea para hacer hablar a esta música en el lenguaje correcto, es un proceso muy difícil."

Kaufmann asegura que “es una experiencia muy filosófica y realmente te hace pensar sobre el fracaso de la especie humana y qué pasaría si el hombre siguiera la idea del ingenuo ‘él, que no sabe nada, será en última instancia iluminado a través de la misericordia y la compasión que siente por los demás’. Si actuáramos así, no habría guerras, solo paz en todos sitios. El intérprete explica las sensaciones de la audiencia. “Había gente diciéndome que esta ópera te hace comprender por qué eres cristiano, y decían que entre el público, la persona más próxima se giraba y decía ‘estoy muy celoso, me gustaría ser un cristiano como tú’”. Fisch explica la dicotomía en la fe del autor. “Es llamativo que Wagner, que no fue una persona religiosa, al final de su vida cambiara a lo que nos parece una pieza completamente religiosa y no puedo aceptar que al final de su vida de repente se hiciera creyente. Era una persona muy crítica y creo que hay cierto tipo de juicio contra el uso tradicional de la religión por parte de los dirigentes religiosos”.

“Después de una o quizás dos horas, todo el mundo sucumbe y empieza realmente a escuchar y centrarse más y más y es una sensación provocada por la música de Wagner en esta pieza. Se tarda en lograrlo, pero si pasa es algo único, algo que nunca olvidarás”, concluye Kaufmann.

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