Leo Hussain dirige Mozart y Stravinski — Con Menahem Pressler

Menahem Pressler nace en 1923 y conocerá muy pronto y de cerca la tragedia cuando, en 1939, luego de la noche de los cristales rotos, huye de la Alemania nazi junto con su familia inmediata. No obstante, a partir de 1946, cuando gana el Debussy International Piano Competition en San Francisco, su carrera despegará y brillará durante los siguientes 70 años, abarcando la música de cámara, el recital y grandes hitos orquestales, como su debut al lado de la Filarmónica de Berlín a los 90 años, o esta captación de 2018 desde Lisboa, Portugal, con el sublime Concierto no. 23 de Mozart y dos encores profundamente melancólicos que dan muestra, no ya solamente de la inusitada proficiencia técnica del nonagenario, sino sobre todo de una musicalidad estremecedora. El momento cumbre es sin duda el movimiento lento del concierto de Mozart, una de las páginas más introspectivas y conmovedoras del repertorio.

Bajo la batuta de Leo Hussain —«una revelación del podio» (Opera Today)— la Gulbenkian Orchestra abre el programa con la suite de danzas para la ópera Idomeneo de Mozart, única incursión del genio de Salzburgo en la música para ballet, siguiendo la línea de Lully, Rameau y Gluck. Termina el concierto con Petrushka de Stravinski (1911), una obra eléctrica y llena de contrastes, aquí en su versión revisada de 1947, que cuenta la inocente historia de un muñeco que cobra vida, pero cuya partitura comienza a estirar, a principios del siglo XX, los límites de la tonalidad.